Columpio Abuelos

Ocio y Mayores: Pasarlo bien para sentirse mucho mejor

Hacerse mayor significa afrontar muchos cambios: físicos, psicológicos…, pero también de estilo vida. Uno de los aspectos a destacar es que, cuando lo hijos se han emancipado y llega la jubilación, se pasa a disponer de mucho más tiempo libre. Y eso no siempre resulta fácil de llevar.

Hasta entonces gran parte de la vida giraba alrededor del mundo laboral, y se asocian los momentos de ocio con periodos de descanso en el trabajo. Pero ¿qué pasa cuando ya no existe esa obligación? Nos encontramos con una paradoja: si bien los mayores disponen de mucho tiempo libre, son los que menos partido le sacan. Sus pautas les conducen hacia un ocio pasivo, es decir, hacia actividades en las que la persona no tiene ninguna participación: ver la televisión, escuchar la radio, dormir la siesta… Se trata de un entretenimiento vacío, poco provechoso para la persona.

En contraposición, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone el término ocio activo. Éste se refiere a las actividades que ayudan a optimizar el bienestar físico, social y mental de la persona con el objetivo de ampliar su esperanza y calidad de vida. Con estas actividades, el anciano obtiene unos claros beneficios:

– Favorecen la interacción y las relaciones sociales.
– Aumentan la autoestima.
– Mejoran su autonomía, y en consecuencia la salud física y mental.
– Ayudan a generar satisfacción hacia la actividad, pero también hacia la vida en general.

Así pues, debemos empezar a ver la vejez como una etapa llena de nuevas posibilidades en la que hacer realidad aquellas inquietudes y proyectos que no pudimos satisfacer anteriormente. Existen múltiples opciones para experimentar las ventajas de un ocio activo:

Actividades sociales: pasear con amigos, visitar a familiares, cuidar de los nietos, acudir a asociaciones, peñas de amigos, tertulias, bailes, fiestas, etc. El contacto con gente, de la misma o de diferente edad, es clave para una buena calidad de vida.

– Actividad física: está demostrado que la actividad física retrasa el envejecimiento y favorece el bienestar físico y psicológico. Se trata de adaptar ese ejercicio a las condiciones y circunstancias de la persona mayor.

Actividades recreativas: son aquellas actividades y aficiones que resultan agradables de realizar, pero que requieren de cierto esfuerzo intelectual. Hablamos de juegos de mesa, manualidades, pintura, jardinería, etc.

– Actividades culturales: ir al teatro, museos, conciertos, conferencias, asistir a hogares y a clubes de jubilados, viajar, etc. Interesarse por lo que sucede a nuestro alrededor ayuda a seguir vinculados al entorno.

Actividades de voluntariado: los mayores tienen mucho que aportar a la sociedad. Compartirlo de forma altruista es además una experiencia verdaderamente gratificante.

Seguir aprendiendo: nunca es tarde para aprender cosas nuevas. Al contrario, estudiar es ideal para seguir potenciando las capacidades intelectuales.

Sumergirse en Internet: la red permite acceder a un nuevo mundo de experiencias. Muchos mayores están entrando en la era digital y descubriendo sus infinitas posibilidades.

Pero no podemos pensar que será algo espontáneo. Puede ser que la persona mayor se resista a cambiar de hábitos o a adquirir otros nuevos. Por eso será importante darle la motivación, unas pautas de acción y que ella mismo vaya haciendo su propio plan de vida. Será necesario impulsarle a pasárselo bien. Porque realmente, es algo que sienta genial.

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