
Síntomas depresivos en personas mayores
Aproximadamente el 20% de las personas mayores de 65 años presenta síntomas depresivos, lo que no en ningún caso es equiparable al hecho de sufrir una depresión. Tanto es así que sólo un 5% de este segmento de población tiene un diagnóstico de depresión. Lo importante, en lo que respecta a los síntomas depresivos, es que en la actualidad son ya considerados como un indicador de riesgo frente a la discapacidad funcional –que no suele afectar a la capacidad de realizar las actividades básicas diarias, pero sí a las actividades instrumentales–, lo que marca también una relación directa con el síndrome de la decaída o la denominada fragilidad del anciano.
De hecho los ancianos con síntomas depresivos enferman más, requieren ser hospitalizados con mayor frecuencia y tardan más tiempo en recuperarse de sus dolencias. Asimismo, la tristeza, el sentimiento de soledad, la pérdida de peso involuntaria, la atrofia muscular, el enlentecimiento motriz, el cansancio crónico o en general su escasa fuerza física y bajo tono vital les llevan a la inactividad y a alejarse progresivamente tanto de su familia como de su círculo social habitual, abocándoles al aislamiento social.
Teniendo todo ello en cuenta, es importante que en las personas mayores se evalúe la presencia de síntomas de depresión como indicador de riesgo del síndrome de decaída, dependencia funcional y aislamiento social, con el fin de proveerles de los cuidados especiales que mejoren su calidad de vida y bienestar, aportando así una estrategia de prevención.