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La tercera y la cuarta edad, esas grandes desconocidas

Esta frase nos ha llamado la atención. ¿La haces enseguida para no hacerte más viejo, o para demostrar que la edad no importa, y sobretodo que a ti no te importa? ¿Cuándo se es demasiado viejo para hacer una cosa? Depende de cada persona, y no tanto de la edad como de cómo se sienta, si realmente tiene no sólo la capacidad física, sino la anímica para hacerla.

Lo que nos lleva a plantearnos otra cosa: para la gente “joven”, ¿Qué es la gente “mayor”? Haciendo un par de preguntas y algunas búsquedas de Google, nos hemos dado cuenta del desconocimiento que hay respecto a la tercera y la cuarta edad, y lo que implica cada una.

Tradicionalmente, todo es tercera edad. A partir de los 65 años ya eres mayor. Y ya está, de ahí a la eternidad. Pero, ¿es lo mismo una persona de 65 años, que probablemente se acaba de jubilar, con tiempo libre, ganas de hacer cosas y aún buena salud, que una de 80? No suele serlo.

Aunque no hay una delimitación clara para estas dos edades —depende de la persona, como no todo el mundo pasa de adolescente a adulto a la misma edad y en las mismas condiciones—, sí que hay dos fases en la edad madura que implican una condición física y mental particulares, y por lo tanto unas necesidades diferentes.

La tercera edad, aproximadamente, se entiende desde los 65 a los 75 años. En esta edad, generalmente la principal diferencia respecto a la etapa anterior es que aumenta el tiempo libre. Las personas se jubilan, pero tienen salud, inquietudes, ganas de hacer cosas… Pero no tienen unas condiciones físicas y mentales demasiado diferentes de una persona de, pongamos, 55 años.

Se sienten “mayores pero no viejos”: incrementan las actividades de ocio, a menudo aprovechan para aprender informática o idiomas, viajar…  Todo aquello que siempre les había gustado pero para lo que no habían tenido tiempo. Las necesidades pues se enfocan a facilitar y mejorar el ocio y el tiempo libre.

La cuarta edad se suele considerar a partir de los 75 años. En esta fase, la salud se ve por norma general afectada, tanto a nivel físico como mental, y entramos en necesidades de dependencia o relacionadas con enfermedades, en la mayoría de casos ya crónicas.

Las necesidades de esta etapa se orientan a facilitar las tareas más cotidianas, a mejorar en la medida de lo posible la calidad de vida, también a nivel de acondicionar el entorno (vivienda, desplazamientos cotidianos, etc.).

Pensamos que vale la pena tener en cuenta estas fases y sus particulares necesidades, ya que nos ayuda a identificarnos mejor con nuestros mayores y por lo tanto a tener una mejor y más cercana relación.

¿Quieres saber más?

www.tercera-edad.org

www.cuartaedad.com

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