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De vacaciones con los suegros, ¿una buena idea?

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A veces resulta que los padres, por problemas de salud, de movilidad o por falta de recursos, tendrían que quedarse todas las vacaciones en casa si no fuera por la ayuda de los hijos. O a la inversa, son los hijos los que no pueden permitirse pasar unos días fuera, mientras que sus padres disponen de una segunda residencia. Otras veces, la invitación viene porque, al fin y al cabo, sabemos que los abuelos serán la mejor niñera para los nietos.

Se acerca el verano y mucha gente empieza a planear sus vacaciones. ¿Qué hacer cuanto tu pareja dice eso de “y si pasamos unos días con mis padres?”.

Para empezar, no tiene que ser algo problemático por definición. Cada familia tiene su historia, y si las vacaciones se convierten en un sueño o en una pesadilla dependerá de todos. También es cierto que unas vacaciones no cambiarán las relaciones establecidas durante todo el año. A veces ya no se trata solo de las relaciones entre suegros y yernos, sino que la misma relación entre padres e hijos tiene sus propias complicaciones.

En cualquier caso, hemos consultado la opinión de algunos expertos. Estos son sus consejos para ayudarnos a llevarlo de la mejor manera:

1. Responder con sinceridad a la pregunta: ¿por qué voy a irme de vacaciones con mis padres y/o mis suegros? Lo importante es tener claro el motivo, no olvidarlo hasta la vuelta y recordar que fue nuestra elección. Aunque la respuesta sea “para contentar a mi pareja”. Es una forma de responsabilizarse de la decisión y de predisponerse a pasarlo lo mejor posible.

2. Es importante que la pareja pueda mantener sus vínculos y sostener un diálogo adulto y flexible con el ánimo de limar diferencias en cualquier conflicto. Evitemos por tanto la costumbre de criticar a la familia política o, al contrario, salir siempre en defensa de la propia familia.

3. Pactar los límites desde el principio. Hay que ser claro y específico en este apartado: ¿qué cosas no vamos a tolerar? Primero deberemos hablar de ello con la pareja y, posteriormente, poner al corriente a todos los demás.

4. Evitar aquellos temas familiares que puedan ser motivo de conflicto. Tomarse esas vacaciones como un tiempo de «tregua». De la misma forma, saber que siempre puede haber puntos de vista diferentes, pero aun así evitarlos mediante silencios o bien cambiando de tema.

5. Veranear con la familia política no significa hacerlo todo juntos. Hay que reservar a diario un espacio de intimidad para la pareja. De la misma forma, no debemos pedir explicaciones cuando alguien decida no sumarse a una actividad (un paseo, una cena…).

6. No permitir interferencias a la hora de atender a los niños. Las normas y formas de comportamiento serán las que establezcan los padres. Los abuelos deberán acatarlas sin rechistar.

7. Si hay personas mayores y dependientes debe organizarse quién les atenderá y especificar qué atenciones necesitan. También será bueno contar con alguien de soporte para que todo el mundo tenga un rato de vacaciones.

8. Relajar hábitos y horarios. No debemos permitir que una rigidez de las costumbres boicotee la convivencia.

 

Lo principal es afrontar la situación con ánimo positivo. Si hay comentarios o actitudes que nos molestan… lo mejor será tomárselo con calma, dejar el tema y no estresarse. No hay que olvidar que justamente las vacaciones son para eso, para relajarse.

Y algunos consejos más:

– ¿Vas de viaje con tus mayores? Aquí tienes algunas ideas para organizarlo. 

– ¿Te preguntas qué actividades puedes hacer junto a ellos? Te damos algunas sugerencias.

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