Nuevas Tecnologías Tercera Edad

Adiós a los prejuicios sobre la vejez

Nuestra cultura tiende a ver la juventud como una etapa llena de experiencias positivas: un momento vital, apasionante, de crecimiento en todos los aspectos… En cambio, la vejez suele asociarse con la enfermedad, las limitaciones físicas y el deterioro mental. Pero ¿existen evidencias científicas que demuestren esto? ¿Cuántas de las ideas asociadas con la edad son inevitables y cuáles podemos remediar?

La fundación MacArthur realizó un estudio de seguimiento durante más de 10 años con un amplio grupo de mayores. Su objetivo era obtener datos objetivos que corroboraran o desmintieran los prejuicios que tenemos sobre la vejez. Y su conclusión fue la siguiente: envejecer bien no depende de elementos ajenos a la persona, sino del estilo de vida que ésta lleve. Dicho de otra forma, la vejez no es algo que conduzca inevitablemente a una etapa de deterioro, dependerá de una serie de factores sobre los que podemos actuar.

Así, no deberíamos asociar la tercera edad con la enfermedad. Pero para ello, la persona debe seguir unas pautas que le ayuden a mantener una vida saludable. Esto puede conseguirse simplemente con una dieta variada y equilibrada, practicando un ejercicio moderado, evitando el tabaco y con un consumo moderado de alcohol.

La investigación también demostró que los factores genéticos y hereditarios no son el condicionante clave para determinar la salud de alguien mayor. A la hora de sufrir una enfermedad, son mucho más determinantes la dieta, el estrés, la medicación y el estilo de vida que los genes o el historial familiar.

Por otro lado, nunca es demasiado tarde para beneficiarse de unos hábitos saludables. Los efectos del envejecimiento son reversibles y podemos recuperar muchas de las funciones perdidas a cualquier edad.

Tampoco debemos ver a los mayores como personas en declive. Aunque para ello, de nuevo, será necesario que pongan de su parte. Esto implica combinar el ejercicio físico con otro tipo de actividad: la mental. En esta categoría se podría incluir desde unas horas de trabajo voluntario o (por qué no) remunerado, pero también la lectura, la jardinería u otros hobbies que requieran pensar un poco. Y es que solemos tener la idea equivocada de que el cerebro, con los años, va perdiendo facultades irremediablemente. En realidad el cerebro puede seguir desarrollándose a todas las edades, lo que permite cultivar la fortaleza y agilidad mental durante toda la vida.

En cualquier caso, un elemento clave para la salud mental es la creencia de que uno es capaz de seguir haciendo cosas. Así, según este estudio, los individuos que se sienten capacitados a la hora de resolver sus propios problemas conservan mucho mejor la memoria y sus facultades mentales. En cambio, la gente de edad poco motivada y negativa ven sus capacidades declinar mucho antes.

Existe además otro factor que determina las buenas condiciones de una persona en la tercera edad. Se trata de una vida activa y comprometida con los demás. Hablamos de las relaciones personales con la familia, los amigos o la comunidad. Compartir experiencias es un elemento muy importante para envejecer bien. Junto a ello, los autores apuntan a otro aspecto clave: estar rodeados de un ambiente afectivo adecuado. Cariño, respeto y comprensión producen efectos muy beneficiosos sobre las personas mayores.

En definitiva, resulta habitual asociar la última etapa de la vida con el declive físico y la aparición de enfermedades que conducen a una progresiva discapacidad. Sin embargo, los avances científicos y las nuevas tendencias en gerontología permiten modificar los antiguos esquemas. Así que, ¡adiós a los prejuicios! La tercera edad puede ser una etapa de plenitud y llena de experiencias positivas. ¿Te apuntas a vivirlo con nosotros?

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